Por fin se acerca la primavera y unos de los primeros bulbos en florecer son los crocus.
El cultivo de éstos no necesita prácticamente cuidados, existen incluso variedades silvestres en sierras con nuestro clima mediterráneo.
Son unas plantitas de poca altura, unos 15 cm, con flores muy llamativas y sus hojas recuerdan a las de las cintas.
Si se van a sembrar los bulbos por primera vez, se suele hacer en otoño para que florezcan a finales de invierno o principios de primavera. Una vez sembrados, no es necesario desenterrarlos, yo normalmente los dejo en la misma jardinera y cada año vuelven a florecer. Hay que tener en cuenta que después de la floración sus hojas se marchitan y la planta desaparece, como la mayoría de bulbosas.
Para que florezcan deben estar a pleno sol o en semisombra pero con mucha luz. Son resistentes a las bajas temperaturas, toleran las heladas perfectamente.
Se deben regar con moderación. Si el invierno y la primavera son algo lluviosos no es necesario regar. Solo si vemos el sustrato demasiado seco.
Se pueden sembrar en macetas junto a otros bulbos, independientes o en el suelo del jardín formando pequeñas “praderas” con ellos.
Se multiplican mediante los pequeños bulbos que aparecen alrededor del bulbo principal. Cuando no los desenterramos iremos viendo que cada año aparecen más flores.