Camelia Sasanqua

   En la entrada de hoy os quiero mostrar la “Camellia sasanqua”. Esta planta perenne, de la misma familia que la camelia japónica, florece a finales de otoño o principios de invierno.

   Sus flores suelen ser blancas o rosadas, de unos 5 ó 7 cm de diámetro y con 8 pétalos normalmente.

   Aunque los cuidados son similares a los de la camelia japónica, que ya publiqué en la primavera del año pasado, y que podéis encontrar pinchando aquí , haré un breve repaso de cuáles son.

   Así como en climas frescos la camelia puede ubicarse en zonas soleadas, en regiones con clima mediterráneo es mejor que la ubiquemos en lugares sombríos pero con bastante luz, y procurar regarla frecuentemente, de forma que mantenga el sustrato siempre húmedo pero sin encharcamientos.

   Suelen resistir bastante bien el frío, de unos 10 a 15ºC bajo cero.

  Podemos abonarla cada tres semanas para favorecer su floración, preferiblemente con abono para plantas acidófilas (el que se suele usar para hortensias y azaleas).

   Hay que tener en cuenta que las camelias preparan sus capullos meses antes de su floración, en este caso, la camelia sasanqua forma sus botones en primavera-verano, para abrir a finales de otoño.

   Cuando trasplantemos esta planta lo haremos con sustrato ácido. No suelen ser atacadas por insectos, rara vez por pulgón.

   Uno de los problemas más frecuentes es la aparición de clorosis, cuyo síntoma es el amarilleamiento de las hojas, quedando las nervaduras de la hoja marcadas en verde. Esto es debido a que las plantas acidófilas necesitan un pH ácido en el sustrato para poder asimilar el hierro. El agua de riego calcárea a la larga suele subir el pH de la tierra, dando lugar a  estas carencias en la planta. Al menor síntoma de clorosis deberemos tratar la planta añadiéndole quelatos de hierro.

   Otro problema que suelen presentar las camelias es la aparición de hongos, generalmente antracnosis, que se manifiesta por la aparición de manchas marrones que parecen quemaduras en las hojas. Si encontramos estos síntomas debemos tratarla con fungicida específico para esta enfermedad, siendo insistentes en el tratamiento hasta que los síntomas desaparezcan completamente.

Alamanda

   La “Allamanda Cathartica” es una planta de hoja perenne y flores grandes en forma de trompeta, originaria de Brasil.

   Florece en verano y parte del otoño, aunque en climas tropicales puede estar todo el año en flor.

   Aunque crece muy rápido y tiene porte de trepadora no lo es, solo sería posible guiarla con tutor o atándola a la pared, ya que sus tallos son bastante rígidos.

   La exposición ideal es en semisombra, sobretodo en climas calurosos donde podría quemarse si está expuesta muchas horas al sol.

   Le gusta la humedad ambiental, aunque en mi caso en particular y con el clima tan seco que tenemos aquí, no he observado ninguna anomalía en sus hojas debido a esto.

   La temperatura ideal para la floración es entre 20 y 30ºC, aunque conviene que haga reposo en invierno a una temperatura de unos 16ºC.

   En climas con heladas es mejor no plantarla en el exterior, si no mantenerla en maceta para poder trasladarla al interior en el invierno.

   Los riegos en verano deben ser frecuentes, procurando mantener perfectamente el drenaje de la planta para evitar su pudrición. En invierno es mejor dejar casi secar el sustrato entre riegos.

   Para evitar la falta de nutrientes, se puede abonar cada 15 días en periodo de crecimiento vegetativo (primavera y verano).

   Se poda normalmente antes de la primavera, eliminando los tallos entrecruzados y los del año anterior. Con éstos se pueden realizar esquejes para multiplicarla.

   Esta planta es tóxica por ingestión, tanto su savia como sus hojas, así que tendremos cuidado en el caso de que estén al alcance de los niños.

   Sus plagas más habituales son debidas al pulgón, araña roja y mosca blanca.

Scadoxus multiflorus

   Después de una temporada estival, en la que las temperaturas superaban mis ganas de escribir, vuelvo para mostraros este magnífico ejemplar.

   “Scadoxus multiflorus” es una planta bulbosa originaria de África tropical que florece en verano y que no requiere grandes cuidados.

   Lo compré en bulbo y lo planté a finales de otoño. En primavera empezó a brotar una cabecita, que estuvo parada hasta que las temperaturas superaron con creces los 25ºC.

   Una vez entrado el verano, empezó a crecer rápidamente, y en cuestión de días floreció.

   No es fácil encontrar información en internet sobre sus cuidados, es por tanto que os hablo desde mi experiencia.

   Tolera altas temperaturas pero su ubicación ideal es a semisombra. Conviene regarla frecuentemente en periodo de crecimiento pero sin encharcar, es preciso asegurarse que la maceta drena bien, ya que de  lo contrario podríamos pudrir el bulbo.

   No he abonado la planta en ningún momento, aunque sí hay que tener en cuenta que la tierra donde la planté era nueva, y normalmente la venden un poco fertilizada.

   No he tratado con ningún insecticida ni acaricida, lo cual indica que debe ser resistente al ataque de pulgón, araña roja y mosca blanca, que son las plagas más frecuentes en el entorno que la tengo.

   Una vez la flor se marchita, las hojas empiezan a crecer rápidamente hasta que se marchiten en invierno.

    Desconozco si tolera las heladas, ya que no he encontrado información al respecto. Por su origen me da la sensación de que no, así que en invierno tendré que resguardarla dentro de casa.

Ornitógalo

   Pocos son los cuidados necesarios del “Ornithogalum dubium”, planta bulbosa que florece a mediados de primavera. Esta planta de origen mediterráneo, produce flores naranjas en forma de panícula.

   Cuando a principios de invierno empezaron a salir sus hojas, no recordaba de qué planta se trataba, ya que no tenía la maceta marcada. Resistió bien las heladas, aunque algunas de sus hojas se vieron un poco afectadas.

   Esta planta debe tener una exposición soleada, y una vez suban las temperaturas es mejor situarla en semi sombra, si vivimos en zonas con climas calurosos.

   El riego debe ser moderado, no dejando totalmente seco el sustrato, pero también garantizando un buen drenaje.

   Podemos añadir abono durante su periodo de floración, no siendo imprescindible.

   Se multiplica mediante bulbos que nacen junto al principal, pero que tardarán como mínimo un par de años en florecer.

   Durante el invierno se puede dejar el bulbo en la misma maceta, pero dejando totalmente de regar, o bien, se pueden extraer los bulbos antes de las primeras heladas y volverlos a plantar a principios de primavera.

Alstroemeria

   La alstroemeria, también conocida como lirio del Perú o lirio de los incas, es una planta procedente de las zonas andinas de Chile y Perú, que florece a finales de primavera y durante el verano.

   Muy cultivada para ser utilizada como flor cortada, es apta para ser plantada en macetas o en suelo, y se puede encontrar en gran cantidad de colores.

   Está planta puede llegar a crecer hasta casi un metro de altura, y florece en los extremos de los tallos, produciendo flores de 6 pétalos, tres exteriores más grandes y tres interiores con estigmas en color marrón o negro.

   Se encuentra bien ubicada a pleno sol o en semisombra, aunque hay que tener en cuenta que es una planta que no le gusta el clima demasiado frío, ni tampoco demasiado cálido.

   Es una planta rizomatosa, sus raíces son gruesas y delicadas. Requiere un riego constante pero cuidando de no encharcar demasiado el sustrato que podría pudrir esas raíces.

   Agradece abono en el riego cada 20 días, durante el periodo de crecimiento vegetativo y floración.

   Eliminando tallos viejos conseguiremos que el rizoma vuelva a desarrollar nuevos, y por tanto se estimulará su floración.

   Se pueden cortar sus flores para colocarlas en un jarrón, duran bastante tiempo.

   No suele ser muy atacada, en verano por pulgón y araña roja, tratar en caso necesario.

   Como enfermedades más habituales suelen aparecer de tipo fúngico debido a encharcamientos en el sustrato.

   La alstroemeria se multiplica mediante rizomas, aunque la manera más sencilla de hacerlo es a partir de hijuelos que nacen alrededor, o por división de mata en primavera, cuidando de no romper sus delicadas raíces.

Cineraria

   La cineraria hibrida o “senecio cruentus” es una planta anual con flores que recuerdan a las de las margaritas. Existen en diversos colores, simples o combinados. Florece a finales de invierno o principios de primavera.

   Esta planta presenta cierta dificultad en su cultivo: para florecer necesita temperaturas frescas, entre 15 y 20ºC, pero no tolera el frío, ya que por debajo de los 10ºC padece.

   Por otro lado si se encharca, sus raíces acabarían pudriéndose, pero tampoco podemos descuidar el riego, manteniendo siempre húmedo el sustrato.

   Estos son los motivos por los cuales se suela tratar, en la mayor parte de España, como planta de interior.

   Si las temperaturas lo permiten y la queremos ubicar en exterior, deberá estar a la sombra. Si por el contrario la queremos tener como planta de interior, la alejaremos de los focos de calor, y tendrá que ubicarse en una habitación muy iluminada.

   Agradece un poco de abono cada dos semanas durante el periodo de floración.

   Los principales enemigos de la cineraria son el pulgón y la mosca blanca, aunque también pueden presentar problemas por encharcamientos.

   Se multiplica, aunque no con facilidad, mediante semillas a finales de verano.

Lewisia Cotyledon

   Esta planta es nativa de las montañas rocosas del sur de Oregón y Norte de California, en los EEUU. Aunque se puede cultivar perfectamente en recipientes, es una planta ideal para rocallas.

   Su tallo crece a partir de gruesas raíces, por tanto no requiere de un riego excesivo, es conveniente dejar secar bien el sustrato entre riegos consecutivos.

   Su ubicación ideal es a pleno sol o semisombra para que su floración sea abundante, durante la primavera y el verano. Aunque el aspecto de sus hojas es semejante a una delicada crasa, tolera las heladas débiles.

   No suele ser atacada, aunque su peor enemigo es el exceso de humedad que da lugar a la pudrición de las raíces.

   Se reproduce fácilmente mediante semillas.

Clivia

   “Clivia miniata” es la variedad de clivia más comercializada, planta que, en ocasiones, debido a su baja resistencia a las heladas, es considerada como planta de interior. Realmente puede estar al exterior todo el año, excepto si las temperaturas alcanzan valores inferiores a los -5ºC.

   Se trata de una planta perenne sin tronco y con hojas verde oscuro que presenta una floración primaveral en forma de campanas, anaranjadas o rojas, con cierto parecido a la flor del lirio.

   Si se desea tenerla en el interior, florecerá mejor en estancias muy iluminadas, aunque sin sol directo, y sin calefacción. En exterior es mejor ubicarla en un lugar a la sombra pero con bastante luz, manteniéndola en maceta si el clima presenta inviernos fríos, para poder resguardarla.

   Es una planta sin muchas exigencias hídricas, ya que sus raíces carnosas le permiten acumular agua. Hay que tener cuidado y no pasarnos con el riego y procurar que la maceta o el terreno donde se ubique tenga un buen drenaje, en caso contrario se pudrirían las raíces.  

   Es importante para que al año siguiente vuelva a florecer correctamente, que tenga su periodo de reposo, desde otoño hasta finales de invierno. Para ello dejaremos prácticamente de regarla y la mantendremos en un lugar fresco.

      Agradece abono en primavera y en verano cada 20 días. No suele ser atacada, aunque en algunas ocasiones podría serlo por pulgón o cochinilla algodonosa.

   Tenemos que tener precaución de no ubicarla al sol, ya que aunque según el clima no llegaran a quemarse sus hojas, sí que tomarían una tonalidad amarilla.

   La clivia se multiplica mediante hijuelos que aparecen en los laterales de la planta. Aunque estos hijuelos ya se hayan hecho grandes, podemos multiplicarla dividiendo la mata, en primavera después de su floración o a finales del verano.

Ranúnculos

   Los ranúnculos “ranunculus asiaticus”, son plantas tuberosas que florecen a finales de invierno o principios de primavera. Las variedades más comercializadas son las de flores dobles y en una gran variedad de colores.

   Como otras herbáceas de tubérculo, desaparecen después de florecer. Se deben mantener los bulbos en un lugar seco, ya que de lo contrario se pueden pudrir. Si se dejan en la maceta en el exterior habrá que tener cuidado de protegerlo de las lluvias del otoño y principios del invierno si éstas fueran muy persistentes.

   Al tratarse de una planta de floración primaveral temprana, cuando aún la radiación solar no es muy intensa, podremos ubicarla al sol, aunque también se dan bien en un lugar con sombra parcial.

   Debe mantenerse el sustrato húmedo pero evitando encharcamientos, ya que el bulbo se pudre con relativa facilidad.

  

    Sí queremos obtenerlo mediante la plantación del tubérculo en otoño, es más efectivo si lo metemos en remojo durante un día antes de sembrarlos.

   Pueden ser atacados por el pulgón y su problema más habitual es la pudrición del bulbo por encharcamientos del sustrato.

Tulipanes

   Existen muchas variedades de “Tulipa spp.”, una de las estrellas de la primavera. Suelen florecer a los tres meses aproximadamente de haber sembrado los bulbos, y florecerán con mayor éxito si han sufrido un periodo de frío. Les cuesta florecer en climas tropicales.

   Aunque en muchos libros recomienden plantar los bulbos a una profundidad de aproximadamente 10 cm y dejar una distancia entre ellos de otros 10 cm, unos cuantos de los que podéis ver aquí están plantados en macetas de no más de 7 cm de profundidad, con lo que la cabeza del bulbo de muchos asoma por encima de la tierra, y los sembré bastante pegados unos de otros.

   Su exposición ideal es a pleno sol o en semi sombra, hay que tener en cuenta que la radiación solar a principios de primavera no es tan intensa.

   Si no hace demasiado calor su flor puede llegar a durar un mes.

   Se debe mantener la tierra húmeda pero evitar encharcamientos que podrían lograr la pudrición del bulbo.

      Cuando se marchita la flor, se debe dejar que la hoja, al igual que en la mayoría de bulbos, se marchite por si sola. Esta es la forma que tiene el bulbo de volver a acumular reservas. Una vez marchitadas hojas y tallo, se pueden sacar los bulbos y reservarlos en lugar fresco y seco para volver a sembrar en otoño, o bien dejarlos enterrados en la maceta, procurando mantenerla en un sitio donde esté protegida del sol, ya que  en maceta bajo el sol del verano se cocerían.