Esta planta (“Alyssum maritimum”), recibe este nombre por ser originaria de la región Mediterránea, Islas Canarias y Azores, donde los inviernos son relativamente suaves y puede estar florecida todo el año.
También se llega a encontrar en zonas de montaña de la geografía ibérica, como por ejemplo en zonas no muy elevadas de Sierra Nevada.
Es una planta de fácil cultivo. También se conoce en muchas zonas con el nombre de flor de la miel, pues su fragancia es dulce y recuerda al olor de la miel.
Florece prácticamente todo el año, excepto en climas duros donde no lo hacen en invierno. Se encuentran en color blanco y también en color morado.
Tiene un porte colgante, por lo que es muy apropiada para rocallas o en este caso (en macetas) para decorar los pies de un árbol o arbusto en macetón.
Su exposición ideal es a pleno sol y los riegos de regulares a abundantes conforme van aumentando las temperaturas, procurando no mantenerla en encharcamientos prolongados que daría lugar a la pudrición de sus raíces y a enfermedades fúngicas.
El sustrato ha de ser más bien calcáreo y algo arenoso para dar lugar a un buen drenaje. No necesita ser abonada con la misma frecuencia que otras plantas de flor. En primavera y verano será suficiente con abonarla una sola vez al mes.
La multiplicación de esta planta se realiza mediante semillas al final del verano, y es tan fácil que muchas veces, una vez la adquieres la tienes para siempre. Es una planta anual pero pueden darse dos casos: que el invierno sea suave y no llegue a desaparecer, en este caso simplemente la cortaremos casi a ras y rebrotará, y a la vez, que en la propia maceta o en otras contiguas caigan semillas y la propia planta se regenerará (que es el segundo caso).
No suele ser atacada, aunque yo normalmente las fumigo a la misma vez que lo hago con el resto de sus vecinas.